CUANDO VES UNA TIA BUENA .....



















Pues sucede más o menos ésto.



Y es que los Hombres  pensamos, en sentido metafórico, con la polla, con la bragueta. Es más, los Hombres no creemos que el amor tenga otra entidad que no sea la de ser una falacia, una entelequia inalcanzable, una palabra desvirtuada por siglos de Literatura, desemantizada por tantísimas bocas... ¡Bah, el amor!

Los Hombres nos resistimos a creer que el erotismo resida y anide sólo en la pareja. Sus redes tiránicas se extienden concéntricas hasta mucho más allá; los Hombres estamos muy bien entrenados para encontrar en casi todo erotismo: las manos de la acompañante desconocida del autobús, la mirada dos micras más intensa de las cinco de la mañana con la lengua pastosa de vodka, las rodillas que se entrechocan bajo la mesa del restaurante...
Los Hombres gozamos de los demás cuando los demás ni lo imaginan y gozamos tanto que si las Leyes lo supieran lo catalogarían como una actividad delictiva.
Los Hombres somos promiscuos -al menos de pensamiento, ¡ay!- por convicción y por religión.

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